SEGUNDA ETAPA (1970 -1979)
Los emigrantes de este período comienzan a dirigirse hacia los Estados Unidos en números sin precedentes; se forman las primeras redes migratorias allá, cuya importancia sería determinante en los años posteriores. Muchos emigrantes, amparados en la legislación norteamericana, no sólo legalizaban su propia situación migratoria, sino que procedían a llevar legalmente a sus familiares. Paralelamente, las redes ayudaban a migrar de forma ilegal a una cantidad enorme de parientes, amigos y vecinos. Con este panorama como fondo, los flujos migratorios hacia el exterior se incrementaban: miles de compatriotas empezaron a abandonar el país, tanto en forma legal como ilegal. Ambas modalidades no tenían todavía las características críticas que asumirían a partir de la década siguiente. La travesía para alcanzar al “sueño americano” tampoco era tan traumatizante como hoy en día. Muchas investigaciones coinciden en reconocer que situaciones como la carencia de tierras para trabajar, la falta de empleo y oportunidades; la violencia política generada antes y durante el conflicto armado; la inseguridad social, aunado a las grandes expectativas de trabajo en el país de destino y con ello la posibilidad de ayudar a los familiares que se quedaban atrás, fueron los incentivos más importantes para emigrar.